El hombre de negro estaba ahí parado, esperándome en una esquina oscura en el camino de mi vida, tendiéndome la mano y ofreciéndome un futuro que llenaría mi alma y calmaría mi sed. Yo, confíe en su mano y junto a el recorrí un mundo diferente al que siempre vi, un mundo que me abrió caminos y cerro puertas a mi paso, un camino que me sometía a la soledad pero que a la vez me llenaba con el simple echo de saber que había un alma vagante que sabia como me sentía. Poco a poco me fui enamorando de ese hombre de negro, me fui enamorando de su filosofía, de su vida, de su forma de pensar. Me fui enamorando de lo mucho que el tenia para yo dejar lo poco que me dejaba, pronto el se convirtió en una adicción.
El hombre de negro me lleno de sabiduría, ira y pensamientos ocultos; esa magia que rodeaba su forma de vivir fue la misma magia que me izo quererlo y tenerlo como un amigo. Ahora el sigue aquí a mi lado, acompañándome a cada minuto con aquello que me llena y me reconforta, con solo eso que me hace sentir bien, con eso que me hace huir hacia el fin del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario