Caminando en un sendero solitario, oliendo rosas quemadas y manchadas con sangre, mi propia sangre. Así va mi alma que hoy ha muerto, que hoy ha fallecido por un recuerdo vivido. Rosas esparcidas por este camino, rosas que me recuerdan un pasado, que me hacen pensar en ti, a días de tu muerte, tu último suspiro antes de tu suicidio.
Las paredes se llenan de sangre, agitándome, desesperándome por algo que parece interminable y parece atormentarme a la distancia, que quiere que sufra, solo para verte a ti sufrir por última vez. Tu sabes que esto es malo, sabes que no puedo creer en ti, en algo lamentado, algo que me hace retorcer de dolor, no puedo sostenerme en una mentira, vivir en un engaño y morir en un lecho de ficción.
No comprendo como llegue aquí, no recuerdo nada cuando llore por tu defunción, solo un fuerte dolor en el pecho, una mirada de tristeza de un tercero y una mano apoyada en mi hombro diciéndome que todo estará bien, que ya no lo recordare. Pero no fue así ¿cierto?, lo sigo recordando, y con dolor, lo sigo sintiendo, y con agonía. Lo sigo viendo, sigo viendo tu rostro pálido y sin textura, débil y sin pulso, sin tu sonrisa, sin tus risas ni tus expresiones. Sigo recordando ese día en el que te di un último adiós, ese día tan doloroso, en el que pude decirte “nos veremos amigo".
Por eso ahora le pido al camino, camino rojo sangre. Guíame hacia el destino de revivir, llévame hacia la verdad de sentir que puedo hacerlo sin tener que sufrir. Por favor, quita esta alma indecente de este cuerpo lleno de lamentos. Por favor, llévame hacia ese sendero sin final el cual deseo transitar, solo para encontrarme con el, para verlo por ultima vez.
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